
Tiene apenas 21 años y vivió hace un par de semanas su día más esperado al debutar
en Primera. Pero la historia de vida de Oscar Belinetz es muy grande,
triste y dura para su corta edad. Por eso, se puede hablar de un pibe
por su corta edad y por esta carrera que recién se inicia en el campo
profesional; pero ese “crecer de golpe” que a tantos jóvenes les pasa,
esos “palazos” que la vida les da cuando están en edad de aprender a
recorrerla, son las heridas que cuesta cicatrizarlas y que quizás nunca
se consiga, pero que ayudan a fortalecerse en un crecimiento que se dio
en forma precipitada. Cuando era el tiempo de jugar, él perdió a su papá
y casi deja el fútbol para trabajar y ayudar a su familia. Y después,
un hecho de violencia extrema que por poco no acaba con su vida.
—¿Cómo fue aquél incidente policial en el que te viste involucrado?
—Yo era chico, tenía 16 años, estaba en la séptima de Colón y fue un
fin de año pero no acá en Santa Fe, sino en Villa Minetti. Estaba con
dos o tres amigos yendo a una panadería cuando una persona empezó a
insultarnos de la nada, se nota que estaba alcoholizado o algo por el
estilo, hasta que también sin que yo haga nada ya que no hubo pelea ni
nada, apareció un tipo por detrás y me clavó un cuchillazo en el
estómago.
—¿Entonces?
—De lo que me acuerdo fue que sentí el dolor, la sangre y la
cuchilla, que era bastante grande. Me tuvieron que trasladar al Cullen,
me hicieron seis operaciones, fue tremendo y al punto tal que los
médicos pidieron que vinieran mis familiares porque corría serio peligro
de vida, casi que no existían chances.
—¿Te daban casi por muerto?
—Me daban casi por muerto, es así. El cuchillazo me había afectado
órganos vitales, como los intestinos y otros más. Fue bravo y justo se
dio dos años después de lo de mi papá.
—¿Qué pasó con tu papá?
—Murió cuando yo tenía 14 años. Había ido a una prueba en Chacarita y
quedé. Cuando se produjo eso, me volví y me puse a trabajar en la
gomería. La nuestra es una familia humilde y la muerte de mi papá nos
afectó muchísimo, así que no quedó otra que ayudar. A los tres meses,
mirándome las manos sucias y engrasadas, le dije a mi mamá que eso no
era para mí y que iba a tratar de triunfar en el fútbol… Sueña risueño,
dentro de la desgracia, pero fue así. Me miré las manos y me convencí
que tenía que intentarlo a través del fútbol. Era muy chico, tenía sólo
14 años.
—¿Y cuándo surge lo de Colón?
—Ahí, en ese momento. Creo que fue por el mes de marzo, más o menos.
Me vine a Santa Fe y me probaron en un partido de práctica. Jugué un
tiempo y anduve bien, metí un gol, pero Mario Sciacqua me sacó y pensé
que no iba a quedar. Terminó el partido y Mario se acercó, debe haber
visto mi cara de susto seguramente (risas)… Me dijo que me quedara
tranquilo, que había quedado. Y a partir de allí arranqué, con edad de
novena.
—¿Pensaste en que se terminaba prematuramente tu carrera?
—Me pasó algo que no quiero contar pero que tiene vinculación con mi
papá, algo muy mío, muy íntimo, muy personal… Y después, los dirigentes
de Colón se portaron muy bien conmigo y con mi familia. Yo vivía en la
pensión en ese momento y el Turco Mohamed, que estaba de entrenador, ya
había estado preguntando por mí. Creo que si no me pasaba eso, el Turco
me llevaba a la pretemporada, tenía apenas 16 años y había escuchado el
rumor, que era fuerte. Además, tenía 16 y no parecía, porque siempre fui
grandote de físico. Los dirigentes estuvieron cerca mío siempre en ese
momento y a mi familia le ofrecieron hotel y se hicieron cargo de la
situación.
—Y la vida te está dando una revancha ahora…
—¡No sabés cómo estaba el sábado! Tenía mucha ansiedad, quería jugar,
estaba esperando ese momento. Franco me llevó a la pretemporada,
después bajé y me convocó y me puso en el banco. Cuando me dijo que iba a
entrar, me volví loco de contento…
—¿Tenés un espejo?
—Me gustan los delanteros como Alario o Calleri. Al “Pipa” lo tuve
cerca y miraba mucho su juego. Mi estilo es parecido. Me gusta pelearlas
a todas y tratar de prevalecer también en el aspecto físico. Si
hablamos del nivel internacional, Benezema y el polaco Lewandowski son
los espejos… Salvando las distancias (risas).
—Está bien, hay que ver a los mejores para aprender, es así… ¿Y el objetivo es sólo salvarse del descenso?
—Nosotros tenemos que ganar, tenemos que sumar. Hace ocho partidos
que no festejamos un triunfo y estamos tan ansiosos como la gente.
Queremos darle una alegría al hincha de Colón y es lo que buscaremos
contra Vélez, porque lo estamos necesitando.
Comentarios
Publicar un comentario
Por favor no insultar, se lo agradecemos...